08/09/2025
En lo profundo de la Amazonía, donde los ríos serpentean y los árboles centenarios guardan secretos más antiguos que la memoria, se encuentra Inkaterra Hacienda Concepción, una casa historia propia.
En la década de 1950, el médico español Arturo Gonzáles del Río llegó a estas tierras remotas. Curado de una enfermedad gracias a la sabiduría de una comunidad nativa, decidió retribuir a la selva con un gesto perdurable: donó un barco —el Perú— que renació como el Fitzcarrald, hospital flotante que llevó esperanza y atención médica a lo largo del río Madre de Dios.
Tiempo después, construyó una majestuosa casa entre plantaciones de cacao y caucho, a la que llamó Concepción en honor a su esposa. Durante algunos años, albergó a comunidades y misioneros, hasta que el silencio se instaló tras su fallecimiento en 1960.
Ese silencio se rompió en 1975, cuando José Koechlin, fundador de Inkaterra, adquirió la propiedad. Con una visión adelantada a su tiempo, transformó el Fundo Concepción en una estación científica y un centro de educación ambiental, sostenido por los ingresos del turismo. Aquí comenzó la investigación pionera en la Amazonía peruana.
En 2010, la casa resurgió como Inkaterra Hacienda Concepción, un albergue íntimo rodeado de selva tropical. Su primer huésped fue Mick Jagger, quien volvió al escenario donde décadas atrás había participado en el rodaje de Fitzcarraldo, la obra maestra de Werner Herzog que llevó la Amazonía al cine de culto.
Hoy, Inkaterra Hacienda Concepción es más que un albergue: es memoria viva de gratitud, ciencia y conservación, un refugio único en el corazón de la Amazonía peruana.