Un lugar que se dejó crecer

No había bosque.
No había orquídeas. Ni canto de aves.
Solo sequedad. Y tierra agotada.

Nadie miró este lugar y vio un futuro.
Nadie, excepto José Koechlin.

En el marco de nuestros 50 años, celebramos las historias que dieron origen a Inkaterra. Esta, en particular, habla de transformación: de cómo un terreno erosionado en Machu Picchu Pueblo se convirtió, con tiempo y cuidado, en uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta.

Pero para entender esta historia, hay que retroceder un poco.

En 1972, José Koechlin coprodujo Aguirre, la ira de Dios, la mítica película de Werner Herzog. Mientras muchos admiraban los paisajes en pantalla, él soñaba con protegerlos. Tres años después, ese sueño echó raíces: nació Inkaterra y, con ella, Cusco Amazónico, nuestra primera propiedad.

Ahora sí, volvamos al lugar que nos reúne hoy…

Donde hoy se alza Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, no había bosque. Solo un terreno árido, usado para cultivar té y pastorear. Nadie lo habría elegido para construir un hotel. Nadie, excepto José Koechlin.

Amante de la naturaleza, llegó a este lugar en los años setenta con una idea poco común: en vez de construir, dejar que la naturaleza volviera primero.

Soñó con un bosque.
Y esperó.

Durante quince años, se sembraron árboles nativos. Se recuperaron los suelos. Volvieron las aves. El gallito de las rocas. Las mariposas. Las orquídeas. Poco a poco, la vida fue regresando.

Solo entonces, en 1991, el hotel abrió sus puertas. Empezó con 15 casitas andinas, integradas al paisaje, diseñadas para convivir con el entorno. Hoy son 83, rodeadas de jardines, quebradas y senderos, convirtiéndolo en un refugio andino escondido en el bosque de nubes.

Caminar por Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel es como entrar en una reserva natural. En sus más de cinco hectáreas viven 311 especies de aves, 372 orquídeas nativas, 98 tipos de helechos y una antigua plantación de té, que fue restaurada y hoy produce uno de los mejores tés del mundo, premiado en París.

No es solo un hotel. Es una historia viva.
Un lugar que no se construyó. Se dejó crecer.

Explorar para entender, entender para proteger

Todo comenzó con una pregunta sencilla pero poderosa: ¿Puede el turismo proteger aquello que ama?

Esa pregunta sembró la semilla de Inkaterra hace medio siglo. Mucho antes de que la sostenibilidad se convirtiera en una tendencia global y las certificaciones verdes fueran un estándar, nos atrevimos a creer en una visión audaz: unir la ciencia, la naturaleza y la hospitalidad para salvaguardar uno de los ecosistemas más valiosos del planeta.

La selva como laboratorio vivo:

En 1978, en la cuenca del Madre de Dios, comenzó esta historia. El ecoturismo aún no era una tendencia, pero Inkaterra tenía claro algo esencial: explorar para entender, entender para proteger.

Guiados por el herpetólogo Ted Papenfuss y con el apoyo de la Universidad de Berkeley, un equipo de científicos se adentró en los bosques alrededor del albergue Cusco Amazónico (hoy Inkaterra Reserva Amazónica). Allí realizaron los primeros inventarios detallados de fauna vertebrada, confirmando lo que el mundo pronto reconocería: Madre de Dios es una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta.

Monitoreo de fauna a través de cámaras trampa

BIOTROP: ciencia que inspira generaciones:

En 1989, Inkaterra dio un salto visionario con el lanzamiento del Proyecto BIOTROP, liderado por William Duellman y respaldado por la National Geographic Society. Este proyecto amplió notablemente el conocimiento sobre los anfibios y reptiles de la región, dando origen al libro Cusco Amazónico: The Lives of Amphibians and Reptiles in an Amazonian Rainforest. Considerado por la Universidad de Cornell como “la línea de base con la cual se compararán todos los futuros estudios de anfibios y reptiles (e incluso otros organismos) amazónicos”, este trabajo se convirtió en mucho más que un libro: fue una guía para los científicos que comparten nuestra pasión por la selva

William Duellman & José Koechlin – Inkaterra Asociación (Madre de Dios, 1986)

Hoy, al celebrar cincuenta años, Inkaterra no solo es pionero del ecoturismo en Perú, sino también una fuerza activa en la investigación científica, la reforestación, la conservación de especies y el trabajo colaborativo con las comunidades locales.

Y tú, ¿crees que el turismo puede proteger lo que ama?
En Inkaterra, llevamos cincuenta años haciéndolo realidad.